El humedal de las Tablas de Daimiel es uno de los últimos representantes de un ecosistema singular, las llanuras de inundación de cauces fluviales denominadas tablas fluviales, o desbordamientos de los ríos en sus tramos medios, producidos por fenómenos de semiendorreísmo o por la práctica inexistencia de desniveles en el terreno.
Este espacio tiene también un carácter especial por originarse en la confluencia de dos ríos de muy distinta naturaleza: el río Gigüela, estacional y de agua salobre, y el río Guadiana, un curso permanente y de agua dulce, lo que confiere mayor diversidad a las formaciones vegetales y poblaciones faunísticas que en él se asientan. Ambos cauces se sitúan en una suave depresión de terreno y sobre rocas carbonatadas, lo que dio lugar a una laguna inundada con aportes de agua subterránea procedentes de la descarga natural del acuífero 23 o de La Mancha Occidental.
El humedal de las Tablas de Daimiel está integrado por un conjunto de cauces, canales, islas, tablas y tablazos, que constituye un laberinto de agua y vegetación palustre en pleno paisaje manchego.
El espacio alberga una amplia variedad de formaciones vegetales y de poblaciones de fauna. En cuanto a la vegetación, fundamentalmente ligada al medio acuático, viene determinada por diversos factores tales como la estacionalidad de las aguas, salinidad, materia orgánica, microtopografía, humedad edáfica, etc, viéndose revalorizada por la presencia de islas y bordes de especies halófitas. Destacan las praderas sumergidas de carófitos, constituidas casi exclusivamente por diferentes especies de algas del género Chara, y los distintos tipos de formaciones de heliófitos que se desarrollan en el espacio, de entre los cuales destacan por encima de todos las comunidades de masiega (Cladium mariscum).
La fauna asociada al espacio se encuentra ampliamente diversificada, favorecida por el enriquecimiento añadido que suponen los ecotonos, lo que incrementa ampliamente la complejidad de las comunidades que se desarrollan. Destaca la avifauna acuática y, especialmente, los grupos de las anátidas y las ardeidas (con importantes poblaciones tanto invernantes, como reproductoras y de paso) así como los limícolos, comunidades todas estas que responden a grupos tróficos diferentes.
En relación a otras especies de fauna destacan las comunidades piscícolas y su relación con un mamífero altamente especializado como la nutria.
En cuanto a su singularidad a nivel no solo nacional, sino mundial, es preciso destacar que en Europa, a pesar de existir, dos casos similares (en el Valle del río Shannon Irlanda y en las proximidades de Berlín, en el complejo del río Spree), es sin duda el único de los parajes que se localiza bajo la influencia del clima mediterráneo, factor que condiciona extraordinariamente la hidrología del espacio, por lo que en sentido estricto puede afirmarse su excepcionalidd a escala mundial.
Asimismo, como ecosistema, tal y como se ha reseñado anteriormente constituye un hábitat fundamental para numerosos endemismos de la flora ibérica, muchas de ellas especializadas en las condiciones hidrosalinas de las lagunas que no se encuentran en ninguna otra parte de España, y zona de refugio y de invernada en las rutas migratorias de cientos de aves acuáticas, de tal modo, que ya en 1910, Chapman y Buck describían el este espacio destacando que constituye no solo uno de los principales lugares de [aves] acuáticas de España, sino posiblemente de toda Europa.
Por último, las Tablas de Daimiel han tenido una gran importancia cultural y etnográfica, sobre todo en lo que se refiere a la pesca tradicional. Muestra de ello es toda la cultura del agua asociada que se desarrolló en este humedal, como molinos, huertas, presas, etc Destaca también la histórica presencia del hombre en este entorno, destacando la huella que han dejado las primeras culturas prehistóricas palustres (Cultura de las Motillas), que las habitaron en la Edad del Bronce, hasta nuestros días. |